sábado, 15 de septiembre de 2012

Los españoles, vistos por un oficial francés



"Mirando los tres rostros serios y sombríos, el capitán Desfosseux reflexiona una vez más sobre los dos rasgos que considera propios de los españoles: desorden y crueldad. A diferencia de los solados ingleses y su bravura continua, despiadada e inteligente, o de los franceses, siempre resueltos en el combate pese a estar lejos de su tierra y pelear, a menudo, solo por el honor de la bandera, los españoles le siguen pareciendo un misterio hecho de paradojas: coraje contradictorio, cobardía resignada, tenacidad inconstante. Durante la Revolución y las campañas de Italia, los franceses, mal armados, mal vestidos y sin instrucción militar, se convirtieron rápidamente en veteranos celosos de la gloria de su patria. Mientras que los españoles, como si estuvieran atávicamente acostumbrados al desastre y a la desconfianza en quienes los mandan, flaquean al primer choque y se derrumban como ejército organizado desde el principio de cada batalla; y sin embargo, pese a ello, son capaces de morir con orgullo, sin un lamento y sin pedir cuartel, lo mismo en pequeños grupos o combates individuales que en los grandes asedios, defendiéndose con pasmosa ferocidad. Mostrando después de cada derrota una extraordinaria perseverancia y facilidad para reorganizarse y volver a pelear, siempre resignados y vengativos, sin manifestar nunca humillación ni desánimo. Como si combatir, ser destrozados, huir y reagruparse para combatir y ser destrozados de nuevo, fuese lo más natural del mundo. El general "No Importa", llaman ellos mismos a eso. Y los hace temibles. Es el único que no desmaya nunca.

En cuanto a la crueldad española, Simón Desfosseux conoce demasiados ejemplos. La pelea de gallos parece un símbolo apropiado, pues la indiferencia con que estas gentes taciturnas aceptan su destino descarta la piedad hacia quienes caen en sus manos. Ni en Egipto tuvieron los franceses que soportar más angustias, horrores y privaciones que en España, y esto acaba empujándolos a toda clase de excesos. Rodeados de enemigos invisibles, siempre el dedo en el gatillo y mirando por encima del hombro, saben su vida en peligro constante. En esta tierra estéril, quebrada, de malos caminos, los soldados imperiales deben realizar, cargados como acémilas y bajo el sol, el frío, el viento o la lluvia, marchas que horrorizarían a caminantes libres de todo peso. Y a cada momento, al comienzo, durante la marcha o al final de ésta, en el lugar donde se esperaba descanso, menudean los encuentros con el enemigo: no batallas en campo abierto, que tras librarse permitirían al superviviente descansar junto al fuego del vivac, sino la emboscada insidiosa, el degüello, la tortura y el asesinato."

Arturo Pérez - Reverte, "El asedio"

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Tutorial: ranchera abandonada

Nuestro compañero Morguez ha creado una ranchera abandonada para nuestra campaña de zombis y ha realizado un reportaje de todo el proceso. Me ha parecido una técnica muy interesante y barata a la hora de montar escenarios de guerra o apocalípticos, sin necesidad de sacrificar los costosos modelos originales, y no ha tenido inconveniente en que lo comparta en el blog. El tutorial original del que sacó las ideas lo podéis encontrar en este enlace y en este otro.

Materiales:
- El modelo original para sacar una copia
- Papel de plata
- Escayola (un saquito cuesta céntimos en cualquier droguería)
- Una dremmel, o en su defecto punzones (opcional)
- Lija de agua
- Betún de Judea (opcional, en droguerías y tiendas de manualidades)
- Pigmentos (opcional, se encuentran por saquitos en tiendas especializadas de arte y restauración)
- Arena
- Césped artificial

Este es el modelo que Morguez pretendía copiar: una vieja ranchera Chevrolet de la marca Maisto, que ya había envejecido para nuestra campaña de zombis. Al lado tenemos una lámina de papel de plata, suficiente como para envolver el coche.


Paso 1: Envolvemos el coche con el papel de plata empezando por la parte superior, procurando no rasgarlo y amoldándolo a la forma del vehículo. Cuantas menos arrugas creemos más fiel será la forma, y aunque luego podemos corregirlo así nos ahorraremos trabajo extra. Para darle un aspecto más ruinoso Morguez le retiró previamente los neumáticos.


Paso 2: Abrimos el "paquete" por la parte inferior y retiramos el coche con cuidado de no alterar la forma del papel de plata, que es el que hará la forma del molde. En un recipiente preparamos la escayola con la consistencia adecuada y la vertemos sobre el molde con cuidado. Cuantas menos burbujas creemos en el proceso, mejor.


Paso 3: Nos aseguramos de que todas las paredes del molde queden bien cubiertas y dejamos que seque por completo. Es posible llenar el molde por completo y hacer una copia maciza, pero de este modo pesa mucho menos (y si lo deseamos luego podremos vaciar las ventanillas).



Paso 4: Retiramos el papel de plata...



...¡y ya tenemos una copia exacta de la ranchera original! O algo parecido... más o menos. Ahora toca pulirla un poco para mejorar el resultado.



Paso 5: Eliminamos todas las rebabas que han quedado en los faldones del vehículo y abrimos los huecos de las ventanillas y los parabrisas. Morguez ha utilizado una dremmel para mayor rapidez y comodidad, pero un punzón y un cutter bien afilado cumplen la misma función. También es el momento de  eliminar arrugas demasiado visibles, rellenar algún hueco y lijar con suavidad algunas texturas que no os convenzan ¡Aunque tratándose de un coche ruinoso, cuanto peor, mejor!



Y ya tenemos la copia lista para ser pintada.


Pasos 6 y 7: ¿He dicho alguna vez que Morguez es experto en conseguir grandes resultados con economía de medios? A la hora de pintar aplica una cantidad generosa de betún de Judea como capa base y la pega en una peana.



Como el maletero es poco profundo simula un poco más de profundidad colocando dos mitades de barriles en él y añade un tercer barril tirado en el suelo para dar algo de variedad a la peana. Imprima de nuevo con spray negro y aplica una nueva capa de betún de Judea.




Paso 8: Hora de envejecer el vehículo. Morguez quería conseguir el aspecto de esos vehículos abandonados para siempre que se encuentran en algunos campos y granjas, totalmente comidos por la intemperie, y para ello aplica directamente pigmento naranja óxido y ocre por toda la superficie con un pincel viejo seco. También aplica limadura de grafito (mina de lápiz frotada sobre una lija) sobre algunos puntos para dar algún reflejo metálico.



La ranchera prácticamente lista, con la peana pintada y decorada con césped. Queda retocar algo más el vehículo para apagar los pigmentos y cohesionar los colores, pero puede darse por terminada. ¡Lista para incorporar a nuestra mesa de juego!



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