Bienvenidos a Siluria, una tierra antigua poblada de secretos y de gentes orgullosas. La puerta del gran Camino del Norte que se abre desde el decadente imperio solnoriano a los verdes bosques de Carmania. Desde que los hombres tienen recuerdo la región ha sido el paso obligado para viajeros, mercaderes, conquistadores y para cualquiera que buscara fortuna a un lado u otro de la frontera. La antigua e imponente fortaleza de Hyrtak guarda la frontera desde el lado solnoriano.
El Paso de la Sierpe controla el camino hacia el interior de la región. Un estrecho paso de piedra desnuda que en algunos tramos apenas permite el paso de dos carretas de bueyes juntas. Desde sus montes fluye el afamado acero silurio, que es apreciado incluso más allá de sus fronteras.
Si en Carmania hay un Alto Rey que mantiene las leyes en buena parte de la región, los clanes de Siluria son ferozmente independientes y se niegan a reconocer una autoridad más allá de sus propios caudillos. El Alto Rey es un cargo casi nominal, y su poder apenas va más allá de sus propias posesiones. La mayoría de su población se halla dispersa en granjas y caseríos por los valles y faldas de las colinas, afanada en apacentar a su ganado. Esto hace que las disputas por las tierras de pasto y los robos de ganado sean constantes y a menudo violentas.
Aunque los silurios están culturalmente emparentados con los habitantes de Carmania, la región nunca tuvo un influjo tan grande de la cultura astral. Este hecho es llamativo, ya que los silurios se muestran reacios al influjo de sus vecinos sureños a pesar de que Solnoria ha ejercido desde hace doscientos años una especie de protectorado benevolente sobre la región. Consciente de su importancia estratégica, Solnoria ha mantenido unos tributos bajos y no se ha inmiscuido demasiado en los asuntos internos de las tribus. Todo ello a cambio de tolerar la presencia de algunas pocas guarniciones y garantizar el comercio del afamado acero silurio hacia el sur.
Las cosas han parecido cambiar en los últimos cuatro años. El nuevo gobernante solnoriano ha cambiado el estatus de la región y ha ordenado retirar sus guarniciones, cediendo el control de las fortalezas al rey de Aquitania. Los términos de tan sorprendente tratado son una incógnita para los caudillos silurios, pero lo cierto es que los huestes aquitanas han ocupado el país e impuesto unas condiciones mucho menos favorables: buena parte de la población ha sido concentrada en los valles y se prohíbe portar armas en las ciudades; los impuestos se han endurecido y los clérigos aquitanos predican contra los viejos dioses silurios, proclamando que Mitra es el único dios verdadero y que habla por boca de su profeta. Algunos santuarios druídicos han sido derribados y muchos árboles sagrados quemados.
Varios clanes se han rebelado abiertamente y se han refugiado en las colinas, hostigando a los invasores. Los aquitanos intentan sofocar las revueltas mientras acantonan sus fuerzas en la milenaria fortaleza del Tyr Tarion, hasta el momento con escaso éxito.
Trasfondo muy interesante, ya se están haciendo las palomitas a la espera de más noticias. A ver cuando empiezan las tortas...
ResponderEliminarGracias, iremos añadiendo contenido.
EliminarNo planteo redactar informes de batalla completos, una de las cosas que pretendo evitar es "quemarme" con entradas largas y tediosas y no tengo el tiempo ni la energía para ello.
En lugar de eso añadiré las entradas del diario de viaje de los distintos aventureros y fotos de las partidas a modo de escenas ilustradas