Las primeras partidas de prueba las jugué con unos enanos clásicos de GW (nota mental: entrada con esas fantásticas miniaturas) pero me pareció la excusa perfecta para montar una banda de no-estalianos: rudos mercenarios y soldados, espadachines e hidalgos con un exacerbado sentido del honor.
La primera elección era el mago. Decidí que sería un clérigo en alguna misión sagrada encomendada por un cardenal, la escuela de Taumaturgia me pareció bastante adecuada para representarlo. Después de rastrear distintas opciones de miniaturas encontré en Gamezone una que me pareció adecuada para representar a Beda el Joven:
BEDA EL JOVEN (Taumaturgia, bastón)
“Irás
al lejano norte, a la ciudad maldita de Felstad. Allí recuperarás
las reliquias y los huesos del Santo Pendergast, que cayó
defendiendo a sus gentes de la oscuridad ¡Mitra así lo quiere!”
Para el aprendiz me decanté por la gama de Reaper, donde encontré a la perfecta Lisabetta de Rocamirano:
LISABETTA DE ROCAMIRANO (Taumaturgia, espada)
“Me
gustaría saber qué carajo pinta aquí. Sí, ya sé que es la
aprendiza del viejo, pero también he escuchado que es algo más que
su sobrina, tú ya me entiendes... A mí me da que ésta tiene sus
propios planes. No me gusta ¡hazme caso, una mujer en el grupo no
trae más que problemas!”
Con los líderes de la banda ya preparados tenía clara la siguiente opción. Un ladrón puede no ser un combatiente experto pero es más ágil a la hora de rapiñar tesoros, es capaz de decantar el resultado de un combate demasiado igualado y es muy barato de reclutar. La gama de "1650: a capa y espada" tenía a Niño, el pilluelo perfecto:
NIÑO (Daga)
“Claro
que no pienso llamarte por tu nombre. Óyeme bien...Niño: tú ni siquiera tienes nombre.
No
al menos hasta que cortes tu primer gaznate"
La banda sigue creciendo poco a poco. En próximas entregas presentaré al resto de los miembros de la banda.
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