1634 de la Era de Astra. Mes del Delfín, semana primera
Diario de la expedición de sir Florián de Valfort, por el hermano Auvern.
Desde que salimos de Aquitania los bandidos han sido una constante. Estos descarriados han aprovechado la situación para hacerse dueños y señores de la zona. Las tierras del Paso de la Sierpe son duras y parecen muy alejadas de la fe de Mitra. No me extraña que aquí yazcan los restos de Santa Celedonia. El lema de la familia Valfort reza: "siempre en la senda verdadera". No podríamos tener mejor augurio.
Ayer, mientras explorábamos al sur de Brint unas ruinas siguiendo las pistas del último lugar de reposo conocido de la Santa nos atacó una banda de criminales. La escaramuza fue rápida y violenta. Sir Florián demostró una vez más su valentía y arrojo lanzándose contra su caudillo, al cual terminamos capturando. Lamentablemente estaba malherido y murió antes de poder entregarlo a las autoridades.
Capturamos a un par de ellos antes de que el resto huyera. Los nuestros también sufrieron a manos de estos malnacidos. Hay algunas heridas que deben ser tratadas cuando volvamos a tierra civilizada. Ulrich verá qué puede hacer por su fiel Flecha. El perro resultó malparado cuando asaltó al jefe de los bandidos ¡Mi corazón se apena al ver sufrir a animal tan valiente y leal!
Que Mitra guíe nuestros pasos.
Relación de los sucesos acaecidos en nuestra búsqueda en la región conocida como el Paso de la Sierpe, por la hermana Hipatia de Volterra.
Apenas llevamos una semana viajando por la región y la impresión de que en esta tierra gobierna el desgobierno se confirma. Desde que dejamos atrás el fuerte de Velirun las patrullas han ido disminuyendo y la calzada está casi vacía de viajeros. Todos los rumores hablan de bandidos y granjas abandonadas.
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Un grupo nos observa desde las colinas. Es imposible averiguar quiénes son a esa distancia y de momento no han mostrado intención de abordarnos, aunque estoy convencida de que es cuestión de tiempo que lo hagan y averigüemos qué pretenden. Escribo sentada a los pies de un pequeño santuario, bajo la mirada de una diosa local, mientras aguardamos a que lo hagan. No tiene sentido seguir escapando.
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Tal como esperaba el grupo de extraños nos abordó con las últimas luces de la tarde exigiendo el pago de los derechos de paso por las tierras de su señor, algo a lo que yo me he negado.
Puede que me haya precipitado al hacerlo y se tratase de mercenarios al servicio de algún barón local, pero sus malos modos, sus atuendos y su acento (¡hablaban solnoriano con una pronunciación terrible!) me han convencido de que sencillamente trataban de extorsionarnos.
El combate ha sido breve pero encarnizado. Mi fiel Xantia ha abatido a dos hombres y Desdemona se ha arrojado sobre tres de ellos con la furia de una leona hasta conseguir abrirnos paso, pero el precio ha sido alto: Irene ha caído bajo sus espadas y nos hemos visto obligadas a dejar su cuerpo atrás sin recibir un digno enterramiento.
He prometido que recibirá una ofrenda digna en el próximo templo a Humak que encuentre, como reconocimiento a su entrega y sacrificio.
Notas de Bram el Viejo
Comienzo a escribir estas líneas por petición de mi capitán Brezel "el Negro". Se empeña en que quede constancia de nuestras acciones en la zona. Igual cree que puede pedir algún tipo de recompensa por todo lo que estamos haciendo, que es básicamente limpiar los caminos de malhechores y ayudar a los granjeros.
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Llevamos tres días viajando al sur. Supervisamos algunas granjas, las cercanas a la antigua frontera. Al pasar frente a la garganta de la Sierpe vimos numerosas luces en la noche. Se avistaron bien altas en las montañas. A la mañana decidimos ir hacia ellas, aunque esto ha supuesto alejarnos mucho del camino. Con suerte podríamos haberlos alcanzado en dos o tres jornadas, el problema ha sido la tormenta inesperada que nos cayó anoche. Todos nos vimos obligados a hacer refugio en un saliente y apelotonados y con frío hemos pasado toda la noche. Estamos valorando si continuar o no.